El arte rupestre en la isla de Santo Domingo es naturalista, porque el aborígen dio preponderancia a plasmar con su arte lo que le rodeaba: árboles, animales, paisajes, etc. Estas pinturas son más bien esquematizadas, trazadas por medio de líneas de una sencillez asombrosa, notándose que cuando el artista trató de retocarlas lo hizo con sombras monocromáticas, sin llegar a lograr figuras policromáticas.